26 de abril de 2014

Silencio

De repente silencio. No contestas, ¿te habrás quedado dormido? Claro que sí, como cada noche que luchas contra el sueño para acompañarme en mis desvelos, para pasar un rato conmigo, desde la distancia. 
No me enfado, ¿cómo podría? Al contrario, daría todo por poder estar presente en ese instante en el que tus fuerzas flaquean y caes rendido y agotado en los brazos de Morfeo, que ojalá fueran los míos. Daría todo por observar tu rostro tranquilo, por acariciarte el pelo y besarte la frente; saber que estás durmiendo plácidamente. Daría todo por acurrucarme a tu lado, por sentir tu respiración cada vez más profunda, por estar entre tus brazos, cerca de tu cuello, respirando amor. 
Piénsalo, no es una proposición tan indecente. Yo sería tu despertador cada mañana, un beso matutino lleno de promesas, una sonrisa que dure todo el día. Un encuentro de dos desconocidos que se complementan, que se desean de una forma un tanto absurda, pero irremediable.