26 de marzo de 2012

- Hola mi amor, ¿cómo estás? ¿Has dormido bien? Tengo ganas de verte.  ¿Qué tal?

+ Enamorada y no correspondida. ¡Hola! Pues muy bien, ¿y tú?

-  Pues no ando muy bien. Llevo enamorado de ti desde hace tiempo y no me he atrevido a decírtelo, sobretodo porque me da mucha vergüenza y porque tengo miedo a que me rechaces. Bien, no me puedo quejar. ¿Qué te cuentas?

+ Que te amo. Te amo con toda mi alma, con todo mi corazón. Te amo con todas las fuerzas que Dios, y el mismísimo Satanás pueden darme. Te amo con locura, con desespero, con dulzura, con delicadeza. Te amo, desde el primer día que te vi. Te amo, por ser , por ser como eres. Nada, aquí aburrida, como siempre.




22 de marzo de 2012

Es especial, divino, casi perfecto.

Se acerca a ti con ese perfume embriagador, con aires de Don Juan Tenorio, y esa gran palabrería que su grata experiencia con la lectura le ha proporcionado. Te suelta cuatro frases sobre el amor y la vida, sacadas de alguna novela o algún filósofo, y ahí te quedas, embobada, escuchando alguna que otra aventura sobre su vida, seguramente inventada. Pero lo peor es que funciona. Es odiosa la manera que tiene de engatusarte para que caigas rendida a sus pies, la manera que tiene de hacerte sentir especial, diferente al resto. Te hace sentir ágil, ágil como una pluma del ave más bella. Parece que es capaz de otorgarte el don de poder llegar a la mismísima luna si te place. Y todo esto solamente para que llegues a querer, o incluso a desear fundirte con él bajo sus sábanas, y que complazcas todos sus más ardientes deseos.

Y, ¿no es cierto ángel de amor, que siempre sucumbes a todos sus encantos?



17 de marzo de 2012

Me enamoré.

Sí, fue tan rápido que a penas nadie lo pudo notar. Ni si quiera él, pero yo sí. Para mí sucedió a cámara lenta. Pasó en milésimas de segundo, pero lo viví y lo sentí como si de horas se tratase. Chocamos, nuestras manos se rozaron, nuestras miradas se cruzaron, nuestros corazones se pusieron de acuerdo y palpitaban al mismo compás. Nuestra respiración se cortó, y balbuceamos varias sílabas simultáneamente hasta poder recuperar el sentido. Fue entonces cuando me di cuenta de que me había enamorado, y que él de mí también. 
Cogió mi mano, intentado tranquilizarme, a mí y a él mismo. Casi involuntariamente le pregunté:
-¿Eres tú mi príncipe azul?
Me sorprendí tanto al oírme decir eso, que estuve a punto de echarme a correr. Pero él sonrió complacido, como si ya supiese con antelación que era eso lo que le iba a preguntar.
-Sí, soy yo-, respondió seguro de sí mismo, mirándome a los ojos, esperando una respuesta similar.
-¿Y dónde has estado todo este tiempo?-, le pregunté.
-Con la mujer inadecuada. 


12 de marzo de 2012


En teoría, “el chico de mis sueños” probablemente estaría más cachas, ya sabes. Tal vez algo más maduro, vestiría mejor y seguramente sería culto e inteligente. Me ayudaría con las tareas de la casa, cuidaría de los niños y sabría reconocer si he ido a la peluquería, si estoy mal o si he tenido un día perfecto.
Pero la verdad es que él es mucho mejor que “el chico de mis sueños”; es real.











6 de marzo de 2012

Siempre a tu lado, contigo, de la mano.
Si tu saltas, yo salto. 

Si tu caes, yo caigo. 
Si tu te quemas, yo ardo.
Volemos; volemos juntos, sin mirar atrás.
Volemos hacia el horizonte, donde nada ni nadie nos pueda interrumpir.
Seamos uno por una noche. 

Susurrame al oído que me quieres.
Abrázame, júrame, ámame, acaríciame, protégeme. 
Imaginemos por un instante que sólo existimos tú y yo. Nada más.
Vivamos, como si del último día de nuestra vida estuviésemos hablando.
Tú y yo:
¡Hasta el infinito, y más allá!, ¿recuerdas?