Me llamo Sasha y no, no soy nadie especial. Me levanto cada
día pensando que odio a mi profesor de física y química, que no soporto tener
educación física a primera hora los lunes y que mi profesor de lengua molaría más
si no fuese tan pedante.
Me levanto queriendo cambiar mi forma de tratar a la gente
que quiero, o séase, que me levanto queriendo ser mejor persona, más amable y
paciente, más generosa y agradecida.
Me levanto pensando que he sido demasiado borde con demasiada
gente, que quizá soy una chica demasiado fácil y que quizás no debería haberle
hecho daño a él, que tanto me quiso.
Me levanto dando las gracias a mi madre por haber hecho un
doble trabajo conmigo durante 11 años.
Me levanto maldiciendo al que inventó el tabaco, y a ese
supuesto “Dios” por haberse llevado a mi padre de mi lado.
Me levanto pensando que quizá fui demasiado estúpida, por
haberle hecho esperar tanto tiempo a que me decidiera, y que él es demasiado
bueno para mí, por haber esperado fiel, sin cansarse de mis rechazos y mis
estúpidas excusas por aplazar lo que era evidente que pasaría.
Me levanto creyendo
que no soy capaz de querer, que mis sentimientos están muertos y extinguidos, y
que tampoco nadie será capaz de quererme a mí, hasta que llego a clase y lo
veo. Es entonces cuando todas mis ganas de querer reviven y se multiplican.
Me levanto siempre pensando que hoy puede ser un día de
mierda, o el más grandioso, depende de cómo lo mires.
Me levanto pensando que soy afortunada, por tener quien me
quiera y a quien querer, por poder respirar y contemplar el sol salir un día
más; por poder levantarme cada mañana, simplemente.
Fdo: Una más del montón o una entre un millón; yo misma, al
fin y al cabo.