No, no somos normales. Nos reímos con cualquier gilipollez. Somos retrasadas, subnormales, infantiles, inmaduras, unas payasas.. pero sobre todo, somos nosotras mismas. Somos lo que somos, somos felices así, y no nos importa lo que piensen o digan por ahí. Nos queremos como una familia, y sí, nos hemos hecho daño, ¿pero qué sería de una familia sin sus problemas? Egocéntricas y egoístas a veces, pero el resto del tiempo estamos pendientes a las necesidades de la gente que nos rodea. No somos perfectas, claro que no. Algunas más bajas y otras más altas; otras tienen más pecho y otras menos; unas más listas que otras; pero aún así, nos respetamos. Y vale que a veces nos despotriquemos por detrás, pero al final lo hablamos todo a la cara, y lo arreglamos. Te puedo asegurar que todas daríamos la vida por una de nosotras si hiciera falta, porque si tocas a una, tocas a todas. Esto funciona como dos gemelos; si le haces daño a una, lo sentimos todas. Puede que a veces tenga ganas de reventar a alguna, igual que una querrá reventarme a mí en alguna ocasión, pero son ellas las que me sacan una sonrisa todos los días. Las que me abrazan, me apoyan, y me secan las lágrimas cuando lo necesito. Son mis hermanas, no de sangre, pero sí de corazón; y daría todo por ellas.
Me da igual si te gusta o no, con que yo esté cómoda me basta.
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