2 de abril de 2012

Odio que seas así, perfecto a tu manera, porque me encanta.

Me encantas estés como estés: disfrazado de mujer, vestido de mago, o con una corona de princesita. Me encantas con tus calzoncillos negros, azules y rosados (bóxer y no bóxer). Me encantas aunque no te bañes, suspendido o aprobado, con el pelo corto, largo, rubio, moreno o de todas las formas y colores.
Me encantas aunque te pases el día entero mirando a otras chicas. Me encantas tímido y extrovertido, listo o tonto, serio o infantil; callado o hablador, manejable o espabilado, sincero  o reservado. Me encantas aunque no vocalices, aunque leas como un niño de tres  años y aunque hables tan lento que aburras a la gente con sólo decir “hola”. Me encantas con todas tus cosas  buenas y todas tus cosas malas, pero sobre todo por lo malo, porque resalta aún más todo lo bueno. Me encantas tú, de cabeza a los pies, con todos sus dedos, pelos, uñas, lunares, dientes, etc. 
Te quiero, mi pequeño valiente, por no rendirte nunca.





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