No lo veo todos los días, ni hablamos tanto ni de tantas cosas.
Sus consejos, tampoco son los mejores, y casi siempre se equivoca cuando intenta arreglar algo. No es el mejor guitarrista, ni el mejor cantante; pero eso sí, bailando salsa nadie lo supera. Se equivoca en muchas cosas, pero siempre sabe cómo reaccionar, y aprende de todos sus errores. Hace daño sin querer, como cualquier persona, pero sabe pedir perdón; y perdonar también. Se queja por todo y le encanta llevarme la contraria. No vocaliza, y se pasa el día trabado, por cualquier cosa. Siempre se preocupa por los demás, más que por él mismo. No es perfecto, pero todos esos defectos y muchos más son los que le hacen ser especial, único en su especie. Lo que sí puedo asegurar es que siempre tiene una sonrisa cuando lo necesitas, siempre sabe si estás mal, o si estás más contenta de lo normal. Sabe que necesitas ayuda aunque no se la hayas pedido, y sabe cómo dártela sin necesidad de que le cuentes nada. Siempre encuentra la manera de alegrarte el día, y sacarte una sonrisa, y le da igual lo que tenga que hacer para conseguirlo. Él está ahí cuando todos te han dado la espalda; y es el único que sigue ofreciéndote su mano para que puedas levantarte. Se gana tu confianza con tanta rapidez gracias a esos ojos enormes, oscuros y seguros; y gracias a esas manos grandes y fuertes, pero a la vez tan suaves y acogedoras.
No hay nada que me guste más que me coja de la mano, me mire fijamente y me diga: "Tranquila, estoy aquí, contigo".
Gracias por estar siempre junto a mí, (L).
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